Necropsia de aves

Aplicando el protocolo general de necropsia, el proceso siempre debe llevarse a cabo de manera ordenada, completa y sistémica.

En el caso de las aves, cobra especial importancia los antecedentes de los animales, diferenciando entre necropsias individuales o necropsias de animales pertenecientes a colectividades.

  • Individual: Pueden realizarse a pájaros de jaula que se encuentren en viviendas o bien a animales salvajes hallados muertos en el campo. Su fin fundamental es determinar la causa de la muerte del animal.
  • Colectividades: Se realizan sobre todo en el caso de animales de producción y, en menor medida, en animales salvajes, donde la aparición de varios animales muertos es indicativa de una posible patología grupal. En este caso el objetivo es la identificación del agente etiológico causante de la problemática determinada pudiéndose tratar de una enfermedad infecciosa de relevancia en el ámbito de la producción o incluso de una zoonosis. Es recomendable consultar las enfermedades de declaración obligatoria en producción aviar en España (RD 526/2014).

Conviene en este caso además, recoger un número de individuos vivos del mismo grupo que puedan presentar un cuadro sintomatológico significativo, para proceder a su estudio macroscópico e histopatológico.

Examen externo

En primer lugar se ha de realizar una inspección de toda la superficie corporal, valorando la integridad de las plumas y los anejos (alas y patas).

Es conveniente realizar un lavado del animal con una solución desinfectante (alcohol) para evitar la dispersión de polvo de plumas y posibles patógenos potenciales.

Necropsia en un ave. Examen externo

Necropsia en un ave. Examen externo

Valoración de la condición corporal y el estado de la musculatura, mediante la evaluación del ángulo pectoral y la prominencia de la quilla.

Inspección de los orificios externos: mucosa oral y faríngea y cloaca.

Examen interno

Se realiza un corte a nivel de la comisura del pico a nivel de la comisura izquierda, para continuar cortando la piel por el lado izquierdo del cuello, la cresta del esternón y siguiendo la mediana hasta llegar a la cloaca. Se disecciona toda la piel, retirándola lateralmente y valorando el estado de engrasamiento.

Necropsia en un ave. Examen interno de la cavidad celómica

Necropsia en un ave. Examen interno de la cavidad celómica

Si el tamaño del ave lo permite, desarticulación de ambas caderas para mayor comodidad de realización de la necropsia y mejor posición del ave en decúbito supino.

Ejecutar una incisión inmediatamente caudal al esternón y realizar dos cortes dorsolateralmente hacia ambos lados, siguiendo el borde de ambos músculos pectorales hasta llegar a la articulación del hombro. En dicho trayecto se seccionarán costillas, coracoides y clavículas, teniendo especial atención de no realizar daños a los órganos presentes en la cavidad celómica.

Retirar la estructura del esternón y los músculos pectorales en primer lugar hacia un lateral para valorar los sacos aéreos torácicos craneales. Desprender dicha estructura por completo posteriormente por el otro lateral, realizando la apertura completa de la musculatura cervical del pecho al pico y la musculatura abdominal del pecho a la cloaca.

Examen de los órganos celómicos

En este punto, con toda la cavidad visible, realizar la inspección visual de todos los órganos y serosas, antes de proceder a la extracción. Determinar la presencia de efusiones celómicas (ascitis, hemoceloma, etc), puestas intracelómicas con reacción peritoneal asociada, procesos infeciosos infecciosos (aspergilosis), depósitos (gota visceral), entre otros.

En primer lugar, seccionar el tronco vascular del corazón y retirarlo completo junto con el pericardio, para proceder a su apertura, mediante un corte transversal desde el ápex a la base.

Localizar en la porción más craneal del pecho y en el cuello la tiroides y el timo, sobre todo en animales jóvenes, y extraerlo.

Realizar un corte a nivel del esófago, a la altura de la carina traqueal y extraerlo caudalmente junto con proventrículo, molleja, páncreas, hígado, bazo y sistema intestinal, incluida la cloaca y el oviducto en su caso. Tener especial cuidado de no incidir la vesícula biliar, evitando liberar el contenido a la cavidad.

En aves jóvenes o enfermas, valorar la bolsa de Fabricio, que se encuentra en la cara dorsal de la cloaca, en íntimo contacto con la pelvis.

Realizar un corte de la mucosa oro-faríngea para retirar tráquea y esófago ventralmente hasta extraerlos junto con los pulmones, íntimamente ligados a las costillas.

Extraer los riñones junto con las gónadas y las adrenales. En muchas especies los riñones están muy adheridos al sacro, por lo que es un proceso delicado.

Valorar en la canal los plexos nerviosos: braquial, a nivel del tórax en su salida hacia las extremidades anteriores; y ciático, a nivel de abdomen en su salida hacia las extremidades posteriores. Tomar muestras de tejido nervioso de ambas zonas.

Examinar cada órgano por separado, tomando las muestras correspondientes.

Realizar la apertura de proventrículo, molleja y separar las asas intestinales, examinando el páncreas y abriendo el intestino y los ciegos en toda su longitud.

Apertura de la cavidad craneana

Diseccionar la piel del cráneo por la línea media sagital, para realizar un corte circular de los huesos por la porción occipital hacia la parte posterior de ambas órbitas. Retirar la bóveda craneana y extraer el encéfalo.